top of page
Buscar

Puertas adentro

Mujeres, niños y niñas constituyen los grupos más vulnerables ante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, el cual vino a resaltar problemas estructurales históricos. Vivimos en una sociedad profundamente desigual, con realidades culturales, sociales y de salud diferentes que determinan el impacto del Covid-19. En los lugares de mayor vulnerabilidad el nivel de contagio se eleva, debido a que hay necesidades básicas insatisfechas; en muchas situaciones el hacinamiento fue disparado para la propagación. Por otro lado, la medidas restrictivas adoptadas en todo el mundo para luchar contra del COVID-19 intensifican el riesgo de violencia de género. La necesidad del trabajo para el sustento individual y/o familiar ocasionó que las personas trabajadoras salieran de sus hogares o se encuentren afectadas/os al teletrabajo y aquellas/os que no, son los más vulnerables a la problemática.

Ante las situaciones y/o problemáticas anteriores, el estado argentino ha implementado ciertas medidas, como por ejemplo el ingreso familiar de emergencia conocido como IFE, el cual se otorgó a las personas trabajadoras informales, monotributistas de clases A/B, desempleadas/os; beneficiarias/os de las asignaciones universales por hijo (AUH) y por embarazo (AUE). Otro accionar directo a las problemáticas de violencia de género fueron las adoptadas por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad que anunció nuevas acciones tendientes a atender las denuncias, la declaración de la línea 144 como servicio indispensable, el refuerzo y la creación de nuevos canales de atención y la articulación con organizaciones sindicales y universitarias para poner a disposición sus establecimientos.

En el marco de este contexto las situaciones de violencia de género involucran de manera interseccional aspectos como clase social, entorno económico y cultural. Desde el estado hay respuestas parciales para esos cientos de miles de mujeres que encuentran en su hogar un lugar de riesgo, de ataques físicos, psicológicos o sexuales por parte de familiares, sin embargo, hay que recordar que las víctimas de violencia pueden irse de su casa, trasladarse entre provincia y usar el transporte público, pero la dependencia económica parcial o absoluta e incluso la vulnerabilidad afectiva, en muchos casos no les permite alejarse.


Estadísticas alarmantes


La Organización de las Naciones Unidas (ONU) manifiesta que la violencia doméstica no es un formato nuevo y desconocido, incluso antes de que existiera el COVID-19, la violencia doméstica ya era una de las violaciones de los derechos humanos más flagrantes. En los últimos 12 meses, 243 millones de mujeres y niñas (de edades entre 15 y 49 años) de todo el mundo han sufrido violencia sexual o física por parte de un compañero sentimental(1). Las estadísticas del primer trimestre de 2020 de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) registraron que los grupos de mujeres más afectados fueron jóvenes y adultas de entre 18 y 59 años (71 %), niñas y adolescentes (23 %) y adultas mayores (6 %). El 19 % de las mujeres denunciaron amenazas de muerte por parte de sus parejas o exparejas (511). El principal vínculo entre las víctimas y las personas denunciadas fueron de pareja –incluye cónyuges, convivientes, novios y ex parejas– (59 %); filial (25 %); fraternal (3 %); otro familiar hasta 4° grado de parentesco (4 %) y otros vínculos (9 %) (2). Según la Dirección Técnica de Registros y Bases de Datos del Ministerio de Mujeres, géneros y diversidad de enero a agosto de 2020, se recibieron 74.309 comunicaciones a las tres sedes de la Línea 144. De acuerdo con los tipos y modalidades de violencia registrados, casi la totalidad de las personas refirieron sufrir violencia psicológica por parte de su agresor(3):

● 89 % corresponde a la modalidad violencia doméstica

● 67 % refirió haber atravesado una situación de violencia física

● 36 % afirma haber estado en situación de violencia económica

● 13 % manifestó haber sufrido hechos de violencia sexual

● 14 % de los casos registraron el uso de un arma de fuego o punzocortante

Los datos evidencian cómo la violencia de género en contexto de encierro no da descanso, y a su vez encienden las alertas en el Estado nacional para que se continúe trabajando en materia de prevención.


La violencia nunca es justificada


En esta primera lectura es importante aclarar que la palabra violencia hace referencia a “toda conducta o amenaza que se realiza de manera consciente y que causa daño físico, psicológico, sexual o económico”(4). Continuemos con una de las ramas de la violencia, la doméstica, que es aquella en la cual se abusa del poder para dominar, someter, controlar o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica y sexual a una persona, dentro o fuera del domicilio familiar, sea o haya sido pariente o cónyuge"(5). Pese a lo que significa el término violencia y a las situaciones que día tras día vivimos las mujeres, se siguen escuchando, por ejemplo, en casos de adolescentes desaparecidas frases prejuiciosas y disuasorias como “se habrá ido con un novio” o “en unas horas aparece...”. Algo similar ocurre con las mujeres que denuncian violencia doméstica con una frase muy conocida “que le hiciste”, como si esto justificara la violencia física o el femicidio. A las mujeres las matan y encima les echan la culpa por no irse a tiempo o denunciar, sin saber que ya intentaron irse y en muchos de esos casos denunciaron más de una vez. La violencia nunca fue ni es justificada. Por ello, si no cambiamos la retórica sus muertes serán en vano.



Repensar las medidas de prevención y acción



El aumento de la violencia contra las mujeres, siendo la violencia domestica la que presenta mayor peligro en la actualidad, se debe solucionar de manera urgente con medidas integradas en el apoyo económico, legal y en conjunto a la salud, considerando la gravedad y magnitud del reto que reflejen las necesidades de las mujeres que se enfrentan a diversas formas de discriminación. Por esta razón es fundamental que servicios estrechamente vinculados a lo judicial, salud, policial, entre otros, tengan un enfoque de género y estén orientados a proteger a las mujeres, visualizando que pos-pandemia el sector de mayor vulneración en el ámbito social y económico son las mujeres, niñas y adolescentes. "El aislamiento social puede aumentar los casos de violencias por motivos de género y se vuelve un tiempo clave para construir lazos comunitarios y ser solidarixs. Es momento de ser protagonistas, estar para lxs otrxs y no mirar para otro lado”, se lee en un post de Facebook del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad(6). Las redes de apoyo a través de vecinas/os, amigas/os y familiares, son fundamentales para prevenir y accionar ante la violencia de género, principalmente la violencia doméstica. En la actualidad las redes sociales, si bien tienen tanto ventajas como desventajas en cuanto a la prevención de la violencia contra las mujeres, son una gran herramienta (con un manejo adecuado) para difundir información y/o herramientas de contacto con organizaciones de asistencia a víctimas de violencia de genero. Esta situación inédita es desafiante y nos pone a prueba de maneras que la mayoría de personas nunca habíamos experimentado con anterioridad. Plasmando desigualdades y necesidades que esforzamos por combatir. La violencia doméstica aparece puertas adentro y muchas veces es imperceptible para terceros, por ello la importancia de las redes como vecinos/as, familiares y amigas/os. Lo que hagamos y lo que no en estos tiempos dejará una impronta definitiva en la clase de sociedad y persona que somos o queremos ser. Recuerden que la pandemia no silencia los derechos de cada una/o de nosotras/os.



 

2 Oficina de Violencia Doméstica (2020) ”Estadísticas del primer trimestre de 2020 de la Oficina de Violencia Doméstica”. Argentina.: Centro

de Información Judicial (CIJ).

4 Social IM del S. Violencia de género [Internet]. 2015 [cited 2020 Jul 21]. Available from: http://www.imss.gob.mx/salud-en-linea/violencia-genero 5 Exteriores S de R. Violencia Doméstica [Internet]. 2019 [cited 2020 Jul 18]. p. 2019. Available from:



 


Buenos Aires / Argentina


Comments


bottom of page