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Restrospectiva

Abrir una ventana al pasado es un desafío, y contar un poco de mi historia lo es aun mas. Mi planteo principal al escribir esto fue no hacer una lista de reproches a la enseñanza de mis padres, sino poder expresar como me siento al recordar parte de mi infancia. Debo reconocer que muchas de mis enseñanzas de niña hoy no las quiero implementar en mi hija.

Mi historia comienza en 1981 con mi nacimiento, y aunque soy del siglo pasado sólo han transcurrido 39 años. Me crié en una familia tipo bastante conservadora y tradicionalista.

La situación del país en aquel momento, entre los años 79 a 81, aunque quizás con el tiempo hubiera dado el mismo resultado, llevó a que mi papá fuera el único sostén económico de toda la familia y mi mamá se dedicara al cuidado de mi hermano, de mí y de los miles de quehaceres de la casa. Mi vieja, que venia con una historia familiar dura, me enseñó a valorarme como mujer y hacer valer mis opiniones, pero los pensamientos machistas tuvieron un peso muy importante en mi crianza que con los años fui -y aún sigo-tratando de derribar.

Crecí formándome con los NO por ser mujer:"No podés salir a jugar a la calle porque vos sos nena, o tu hermano puede porque él es varón, o una surrealista como “esos moretones en las piernas no quedan bien en una señorita”. Esas eran algunas de las frases que escuchaba de chica.

Mientras crecía, los NO se fueron transformando pero nunca desaparecieron. Fue entonces un NO a un tipo de ropa, también había no a salidas y muchos no con respecto a los novios.

Me acostumbre a eso. ¿Porqué? Principalmente por mi falta de carácter y mi actitud sumisa. Sentía que plantear lo que yo quería e ir en contra de mis padres les causaría una desilusión, que dejaría de ser la hija perfecta que ellos elogiaban todo el tiempo, que si lograba un Sí, después no pudiese afrontarlo. Me faltó seguridad en mi.

Callé y terminé aceptando que era diferente por ser mujer, pero no era así.

Me equivoque al no demostrarles que era capaz de tomar mis propias decisiones, o de no hacerles ver que ellos formaban parte de mi vida pero no debían decidir por mi. Que esos NO por sus miedos o cuidados me restarian seguridad y valor para las decisiones que la vida me obligaría a tomar.

Ahora ocupo el lugar de madre, en esta nueva generación donde las mujeres luchamos por la igualdad, por el respeto.

El propósito, como padres, que tenemos junto a mi compañero de vida, es enseñarle a ser ella misma, a que plantee sus emociones, que derribe nuestras estructuras y que podamos ver más allá. Queremos que sienta confianza en nosotros pero principalmente en ella misma.

Mi hija hoy con diez años tiene muy claro que un color no la define sexualmente, que decirle a un adulto 'estas equivocado', no es faltarle el respeto, que elegir diferente al restopor tener otros intereses no es malo, por sentirse capaz de contener a un amig@ que se siente agredido por sus pares y no encuentra la ayuda que el adulto responsable debe darle, por pensar y entender que hay más seres vivos en el mundo con derechos y que no somos los únicos, por sentirse libre al expresarse y mucho mas, me hace ver que vamos por un buen camino.

Quiero despedirme con una frase de Helen Gurley (no textual) que le digo a mi hija:

¡Las chicas buenas van al cielo y las valientes a todas partes!




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