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Ecuador, el lado derecho del Virus

Muchos argentinos que están hoy en una posición de privilegio en comparación a otros países de la región se han preguntado qué hubiera sido de ellos si la crisis los hubiera golpeado hace algunos meses atrás; sí, cuando Mauricio Macri los hacía parte de su festín. Lamentablemente no habrá que utilizar demasiado la imaginación, pues el costado derecho del Covid-19 lo están sufriendo en carne propia los hermanos ecuatorianos.

Aquel país del optimismo, sede de la Unión de Naciones Suramericanas, hace algunos años que ya ha pegado un volantazo político luego de la bajísima y cobarde traición al pueblo por parte de Lenín Moreno quien, además de llevar adelante uno de los peores fraudes electorales de los últimos años, ha puesto en marcha una rueda imparable de acciones erráticas que hoy en día se está llevando puesta a los compatriotas afectados por el Coronavirus.

Lo que está ocurriendo en Guayaquil es escalofriante desde el punto de vista de sujetos sociales. Se han visto muertos en las calles, familias hacinadas cargando no sólo con el dolor que implica la pérdida de un ser amado sino también con la locura de tener dentro de sus casas un cuerpo en estado de putrefacción durante días, pues hay demanda de cajones y las fuerzas de seguridad no pasan a retirarlos. Ni hablar del daño anímico por no poder despedirse de manera digna mediante un velorio. Ahora bien, desde el punto de vista estrictamente político, lo que está sucediendo en el país es abandono estatal liso y llano, es ofensa institucional contra los derechos humanos de las personas libradas a la suerte de una pandemia que es amiga de las inacciones del gobierno.

Desde antes del Covid-19 que Ecuador está viviendo en el mundo del revés, o mejor dicho, al derecho del Fondo Monetario Internacional siguiendo sus recetas arcaicas, aumentando la brecha de desigualdad, reduciendo en salubridad, aplicando políticas de ajuste a través de paquetazos, respondiendo a la revuelta popular desplegando militares en las calles y decretando Estado de excepción. Todo adornado por la pesada herencia del correísmo y justificando con ello cualquier accionar contra los más vulnerables. Ahora una que saben todos: la derecha siempre se creará un monstruo para dar palo a la población.

El virus es el mismo en Argentina y en Ecuador, lo que cambia son los líderes políticos. Que Buenos Aires hubiese sido Guayaquil si continuaba Mauricio Macri en el poder, que no quede ninguna duda. No se ha tenido suerte, que se escriba o se lea desde el sillón de una casa no es casualidad de los astros. La tranquilidad se llama liderazgo político, el mismo que coloca a la vida por encima de cualquier interés económico, pues el fin de la economía no es otra cosa que el bienestar de la vida en este mundo.

En tiempos de confinamiento social no cabe espacio para argumentos a favor de la privatización de la supervivencia, la salud colectiva no puede ser considerada una mercancía. Solos no se llega a ningún lado, la meritocracia no inmortaliza, no regresa a las casas a las personas cuando lo necesitan, no cura, no brinda un espacio y alquila una enfermera que cuide de otros y los atienda, porque la enfermera no tendrá manera de ayudar si ella no tiene un cobijo estatal que cuide también de ella. ¿Cuán importante verdad? Qué finitos somos.

Ecuador achica Estado. Argentina incrementa la injerencia estatal en pos del cuidado de su comunidad. Ecuador prioriza el pago de 324 millones de dólares de deuda externa. Argentina negocia no pagar un sólo peso en detrimento de la sociedad. Ecuador es flexible en cuanto al aislamiento social para frenar la propagación del virus. En Argentina se formaliza mediante decreto la obligación de quedarse en los hogares. En Argentina se dan alternativas para vivir durante el Covid-19, en Ecuador reparten ataúdes de cartón, respondiendo ya a la muerte.

A un ecuatoriano le descuentan el dinero por el día no trabajado. A un argentino se lo paga la empresa contratista por orden del gobierno. En Guayaquil la mayoría de las personas tienen trabajos informales, no puede pretender el gobierno que se queden en sus casas sin la entrega de un subsidio que cubra, como mínimo, la canasta básica de una familia. En Argentina el porcentaje de desempleados claramente ha aumentado pero se han implementado políticas económicas paliativas a quienes no perciben un ingreso seguro.

En Ecuador festejan la caridad de la banca privada, algo es algo, ante la ausencia total del presidente que está refugiado en Carondelet o en las Galápagos tal vez, lo cierto es que desde allí se lo escucha por cadena nacional muy acongojado pero ajeno, como si fuera que es otro y no él quien debe tomar las medidas para sacar adelante el país; habla parecido a Macri en tanto discurso delirante y fuera de la realidad. Finaliza el mismo felicitando a las fuerzas que recogen los cadáveres en las calles, diciendo con orgullo que pasaron de levantar 30 personas diarias a 150, como si los cadáveres de su vacío estatal fueran un producto del trabajo más eficiente y eficaz de las fuerzas. Espantoso.

Nada es seguro en medio de la crisis mundial por la pandemia, pero pareciera ser que los paises de tendencia socialista repelen mejor el virus. Estado sólido e instituciones firmes. Abrimos el debate sobre cómo se quiere vivir de aquí en adelante en América Latina y, para ello, una premisa: todo depende de qué lado del mostrador se para el Estado.




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