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Día a día

Mi nombre es Fabiana, tengo 36 años. Soy técnica en enfermería y militante política. Desde que el gobierno declaró la cuarentena obligatoria atravieso todos los días por situaciones y emociones distintas. La primera fue miedo, no a morir sino, a qué pasaría con mi hijo si eso sucediera. También temí por la salud de mis pacientes ya que están dentro del grupo de riesgo por ser todos mayores de 65 años y padecer enfermedades crónicas. Yo los visito a diario para realizarles distintas prestaciones de enfermería. Al tener que quedarme en casa me sentí muy incómoda porque no es alqo que me guste hacer y menos siendo enfermera cuando es un momento en el que, de pronto, somos el recurso humano más o casi más importante en el mundo entero... Claro, también menos valorado y mal remunerado. Me inscribí en distintas convocatorias del Gobierno de la Ciudad y Provincial y no tuve aún la suerte de ser convocada, pero tampoco me desespera porque, al ser militante, en los barrios sí había y hay mucho por hacer. Eso es algo más que reconfortante, estar y ayudar. Junto a un compañero que es parte de la gestión Municipal recorrimos distintas cocinas solidarias para llevarles mercadería y frescos. Militantes de distintas organizaciones sociales y vecinos ponen a disposición sus casas e instalaciones para cocinar y repartir una comida al día a más de doscientas personas. Exponiéndose a contraer el virus y contagiar a sus familias, ellos prefieren ayudar, ser solidarios sin importarles las consecuencias. En medio de una pandemia cuando todos quieren quedarse en sus casas por temor, las personas más solidarias y empáticas salen y le hacen frente a TODO. Muchos de ellos, antes de que el Gobierno Municipal les provea alimentos para cocinar, juntaban dinero de distintas colectas y cocinaban para las familias más vulnerables del barrio. Es ahí donde me emociono, me conmuevo y más que nunca confío en que estoy haciendo lo correcto, tal vez no es demasiado, pero tampoco es quietud, no es indiferencia a la necesidad de otras personas, que también son propias porque, como muchos, también solicité el bono de diez mil pesos y me cuesta llegar a fin de mes. Humildemente creo que somos un pueblo muy solidario y en este momento estamos hermanados. Entendimos que nade se salva sólo aunque, claro, siempre hay algún que otro egoísta u oportunista, pero son los menos. Sólo deseo que a partir de todo esto valoren más al personal de salud, a los científicos, a los militantes políticos o religiosos, a los adultos mayores. Más que nada deseo que valoremos más la salud, la propia y no esperar a enfermar para desear vivir más y empezar a cuidarnos.




Fabiana Fernandez Díaz - Técnica en enfermería MN99107


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